El rugby logra cosas maravillosas. En Ciudad del Este, Paraguay, una historia de superación personal y grupal motiva a seguir encendiendo la llama del deporte en toda Sudamérica.
“Vivir el rugby ahora, en nuestra familia, es toda una transformación enérgica y linda. Estamos viendo el crecimiento de nuestro hijo, que tiene apenas 10 años de edad. Desde que comenzó a jugar, el cambio rotundo y positivo en su personalidad no se ha detenido”.
Quien habla es Julio, el papá de Bruno, un novel jugador de rugby del Club Área 1, de Ciudad del Este, Paraguay.
“Está más participativo, más colaborador, mas desenvuelto, más predispuesto a servir y ayudar. No sólo con nosotros, también con sus amigos y compañeros de escuela. La transformación es enorme”.
La primera experiencia de Bruno con el rugby fue determinante.
“Al principio de la primera práctica – debut absoluto de todos junto al rugby – Bruno no se animaba a entrar a jugar ni a participar. Pero una vez que lo hizo, ya no hubo forma de sacarlo. Desde ese día, es el chico más emocionado del mundo con el rugby. Espera cada entrenamiento y partido con una alegría desbordante”, explica Julio, orgulloso.
Amalia, su mamá, dice “En ese primer día, yo solo participé dándoles el permiso de ir”, dice Amalia, sonriente, “porque estaba muy asustada y no quise ir. Luego, al ver cómo volvieron ambos, felices, exultantes, ya no me pude resistir al rugby y desde entonces, vamos todos y lo vivimos en familia”.
Coincide en que Bruno tuvo un antes y un después desde que empezó a practicar rugby.
“Verlo en el trato con sus compañeros y con los rivales, jugar en equipo, afianzarse, crecer como amigo y como persona… el cambio ha sido drástico por lo positivo y fundamentalmente, en la escuela”, asegura.
“Ha asumido otro rol, comenzando a liderar y a ser mucho más responsable con sus tareas, con sus compañeros y también con él mismo. Nosotros tal vez no seamos objetivos; muchos pensarán ‘son los papás’ pero fue su maestra también la que notó esto y nos lo hizo saber”.
Amalia concluye con “ojalá esto ayude a muchas mamás que como yo estaban asustadas, a que lleven a sus hijos a jugar al rugby. Les va a cambiar la perspectiva como nos la cambió a nosotros”.
Como menciona Amalia, la nota que le escribió su maestra a Bruno se viralizó por las redes sociales.
Su maestra escribió con la nota “Excelente” y con el siguiente texto: “Impresionante el crecimiento de Bruno este mes; creo que tuvo gran impacto el hecho de que esté practicando rugby. Se siente responsable por sus compañeros, preocupado porque cada uno esté haciendo lo que debe, pero sin perder la sencillez y alegría que lo caracteriza”.
Bruno es alumno del Colegio San Esteban de Ciudad del Este. Allí, el rugby está instalado gracias a Jorge Montiel, que además de dictar clases de rugby en dicha institución, es entrenador en Área 1 y estuvo en Asunción participando en la Super Week organizada por Sudamérica Rugby.
Desde 2019, decidieron tener al rugby como disciplina deportiva. “Son aproximadamente 80 niños de entre 6 y 15 años que están teniendo rugby dos veces por semana. El proyecto está relacionado a la actividad física, por supuesto, pero también busca inculcar la disciplina, la responsabilidad y el respeto”, dice Jorge, el que encendió la llama de la pasión por el juego en Bruno y los demás niños.
Por cierto, Bruno cierra con una frase: “Cada vez que juego me pongo muy feliz. Me ayuda a tener disciplina y respeto. El primer día me dio mucho miedo, porque no conocía nada del deporte hasta que después, cuando empecé a correr, no quería salir”.
Esta historia, que acontece en la Zona Este de la Unión de Rugby del Paraguay, comienza a replicarse en toda la extensión del país. Otra buena noticia que nace y se hace experiencia y que ojalá se esparza por el resto del continente.