Ena Formosa ntañá enapí clubes Qompí, Norec qataq Aborigen rasietaqpí qataq ronatagataqpi ntañá na Barrio Namqom, ymaweq iot'ta'ah ra nquiktasheguempi. Taqa'en iawo'o lyio'yeq ra senaq, cha'ayé so wayñé qarwo'pi saqaywotenpi collagá.
¿Qué dice el primer párrafo escrito? Está escrito en Qom y dice: “en el norte de Argentina, en la provincia de Formosa, hay comunidades aborígenes que tienen como deporte al rugby y clubes que trabajan dentro de dichas comunidades, desarrollándolo. Aborigen RC, Qompi RC y Norek son clubes, todos en diferentes etapas de evolución, donde la comunidad Qom está presente.”
Esta historia intenta explicar cómo, a través del rugby, una comunidad y cultura aborigen, discriminada y maltratada, logra mantenerse erguida y ser motivo de orgullo.
El origen del rugby en la comunidad Qom se remonta muchos años atrás con la creación de Aborígen Rugby Club y la Fundación Aborigen por parte de Eduardo Rossi, un entrerriano que regresó de jugar rugby en Francia y decidió, hace más de veinticinco años, que había que hacer algo para ayudar a la comunidad aborigen Qom.
Trabajo diario
“Para hacerlo, había que embarrarse y mojarse," explica Laurent Rossi, hijo de Eduardo, uno de los que mantiene vivo el proyecto de la Fundación.
"Aún hoy es un trabajo diario que no admite descanso. La clave es que si queremos que el rugby sea popular hay que hacerlo popular; eso implica ir a los lugares donde haya que ir, involucrarse y, de alguna manera, que el rugby sea la herramienta de evangelización para demostrar que la disciplina, la conducta y las ganas de superarse dan sus frutos, en un lugar donde hay mucho de condiciones extremas", asegura Laurent.
Lo de ir y ensuciarse las manos y los pies, “es literal" explica. "Papá fue con una pelota de rugby, se paró en una plaza y se propuso ser parte de la solución para terminar con el tabú".
"Ha pasado mucha agua bajo el puente. Se ha avanzado muchísimo, en todos los niveles. Uno de los mayores desafíos era lograr la integración de la comunidad aborigen al resto de la comunidad con el rugby como nexo coordinante".
Historias de vida
Por cierto, no hubo pocas frustraciones en el medio. "La cantidad de historias que se han logrado reencausar es enorme. Son muchos los que abrazan al rugby como un salvavidas", dice.
Una de las frases de su padre es "en el rugby como en la vida, se gana cuando se hace el esfuerzo. Las dos cosas van de la mano: gana el que se esfuerza". Laurent la reafirma como un mantra.
El trabajo de la fundación no concluye en el rugby meramente. Entre otras cosas, hay también presencia del equipo de nutrición en los terceros tiempos, además de charlas.
"Tenemos un convenio con chicas de la Universidad de la Cuenca del Plata que vienen como voluntarias", explica.
"Aquél tabú que mi papá decía que había que romper, como un gran iceberg, se hace de a poco y lleva tiempo, pero es inexorable. Hoy, muchos niños de otros barrios y comunidades se acercan al Barrio Namqom a jugar".
El Barrio NamQom es el epicentro del rugby aborigen en Formosa y así como en su momento Aborigen RC abrió el camino, otras instituciones recorren el mismo sendero con intenciones igual de valederas.
El Qompi RC
Una de ellas es Qompi RC. Ubicado en el corazón del Namqom desde hace más de veinte años, tiene a Hilario Camacho y a su familia como arietes del club que aún brega por un lugar propio.
Hilario comenzó en Aborigen RC y de hecho, fue jugador, subcapitán y preparador físico. Alma mater de Qompi RC, explica que "si bien tenemos una cancha donde realizamos las actividades, seguimos sin poder tener un espacio propio. De todas maneras, nos arreglamos como podemos, con gran esfuerzo de muchas personas de nuestra comunidad", manifiesta con cierta desazón.
"La misma alegría y energía que le ponemos todos también a veces se convierte en tristeza por no poder tener ese lugar propio que nos ayudaría muchísimo y es que alquilar baños químicos o un lugar para los terceros tiempos es bastante costoso y si bien nos esforzamos con la venta de empanadas y pollos y artesanías Qom y hasta con ayuda externa, se hace difícil, pero el rugby nos enseñó a luchar todo lo que haya que luchar y a no bajar los brazos" cuenta Hilario.
De todas formas, no puede ocultar su satisfacción cuando cuenta que "los sueños concretados de muchas de las personas por Qompi, de las cosas que han devuelto a la comunidad, de las cosas malas de las que han salido y de las malas a las que han evitado entrar, del esfuerzo de las familias para que los chicos tengan un mejor porvenir... eso es motivo de orgullo y también el impulso para seguir con Qompi.”
Como los Maoris
Un viaje a Nueva Zelanda en 1999 en el marco de un premio otorgado por un programa de televisión desató en Hilario mil preguntas y la necesidad de respuestas.
"Si la comunidad maorí pudo integrarse, si pudo progresar, si tuvo oportunidades, si ha sido reconocida y si ya veinte años atrás estaba completamente identificada con la cultura de Nueva Zelanda, ¿por qué nosotros como Qom no podíamos hacerlo en nuestra comunidad? ¿Por qué no podíamos lograr ese mismo protagonismo nosotros?", cuenta hoy.
Ese trabajo de hormiga, de día a día, de semana a semana, de recorrer el barrio, de divulgar al rugby como actividad y de interiorizarse de los problemas subyacentes y notorios que el rugby podía ayudar a subsanar, fue que como decisión tomada para ser parte de Qompi. Los niños tenían que demostrar esfuerzo en el colegio y concurrencia al Centro de Salud -articulado esto con la dirección de la escuela del Barrio y con la del Centro - “razón por la cual con mi esposa, que forma parte del Centro de Salud, nos pusimos manos a la obra para hablar con los papás y con los niños que no estaban bien en alguno de los dos lados, o en los dos" asegura.
Familia de rugby
"Es arduo a la vez que gratificante cuando podemos reencausar la cosa" dice Hilario, cuya familia completa lleva al rugby en el cuerpo.
"Yo ya no juego, pero mi esposa, mi hijo y mis hijas, sí". Qompi tiene, por cierto, al rugby femenino muy desarrollado dentro de la institución y una de las que más ha sobresalido ha sido Brenda Camacho, árbitro nacional UAR y miembro del panel femenino de Sudamérica Rugby. Ella es hija de Hilario.
Además, el idioma es otras de las cosas que Hilario se propuso como meta. "Nuestra lengua madre nos identifica como pueblo. Todos acá hablan Qom así que dentro del club nos comunicamos en nuestra lengua. Forma parte del legado que queremos dejar", expresa Hilario con enorme orgullo. "Alentamos a todas las comunidades aborígenes de Sudamérica a que lo hagan: que jueguen al rugby y que lo hagan en su lengua ¿y si alguna vez se hace un encuentro de rugby aborigen sudamericano? ¡Qué bueno sería!", concluye.
Sí, sería todo un hito.