Con el paso de los años recordar a un gran maestro, a aquellas personas que nos han dejado una huella y nos han ayudado en nuestra formación, es constitutivo.
Por Psic. Martín Herrera (*)
Tuve la suerte de conocer a Boris, humilde, sencillo, exigente y muy capaz a la hora de trabajar. La imagen que me queda, es verlo en el quincho (cobertizo con techo de paja), cebando mate, con varios de nosotros alrededor, permitiendo que se genere un espacio para la reflexión y comunicación. El climax generado permitía fluir a un conjunto de emociones en forma empática y así, el aprender y el enseñar se mezclaban.
Pónganse a pensar cuantos momentos de esos tenemos en nuestra vida actual, plagada de actividades en esta vorágine frenética que no da un respiro.
El Rugby propulsor de pasiones, motor de cambios, tiene algunos de estos 'momentums'. Al entrenar, compartir, o relacionarnos entre nosotros, produciendo una cultura que incluye valores y enseñanzas que se trasmiten de generación en generación. Esa es la cultura del Rugby.
A un gran maestro lo sustenta su conocimiento, su forma de actuar y su experiencia, pero especialmente su carisma, basada en su personalidad, produciendo en los demás una manera de verlo, respetarlo y valorarlo.
En todas las etapas de nuestras vidas, alguien nos brindó un consejo, una enseñanza, un aprendizaje, que genera en el receptor una reacción de agradecimiento, sorpresa, o interés, y donde el componente afectivo lo hace sustentable y perdurable.
La pasión de quien trasmite, con amor en forma de ayuda generosa, con desinterés en benefició del prójimo, produce un sin número de reacciones, creativas, afectivas produciendo cambios que se sostienen en el tiempo.
“La tarea del educador moderno no es talar selvas, sino regar desiertos”, Clive Staples Lewis.
Recordare a otro gran maestro: Ángel Guastella. Ex entrenador de los Pumas y amigo de Boris. Seguro ustedes tendrán los suyos.
¿Qué tenían en común estas personas? ¿qué los hacia especiales? La pasión con que sentían y vivían su gesta, con capacidad y conocimiento, basadas en su personalidad.
El Boris tenía la característica de hablaba bajo, cuando efectuaba alguna actividad, motivando que se hiciera silencio para escucharlo, captando la mayor atención de su auditorio. No le gustaba que se llamaran con sobrenombres despectivos. Era una forma de respeto. Fomentaba actividades extracurriculares, con un fuerte sentido simbólico, seguro muchos se acordaran los árboles que plantaron en su juventud.
Guastella cuando efectuaba una capacitación les pedía a los entrenadores que hagan el ejercicio para saber como se sienten sus entrenados. Le gustaba preguntar y reflexionar ante una situación del juego, siempre sustentado por valores esenciales de este deporte: el respeto, disciplina, formación grupal, humildad, aprender a autocontrolarse, entre otros.
A "Papuchi" Guastella (por ser considerado un padre para muchos) siempre le gustaron los desafíos: fundó el Club Pueyrredón, generó un cambio trascendental como entrenador de Los Pumas del 65. Fue formador de muchos jugadores y muchos entrenadores tienen el toque de "Don Papuchi". En el ocaso de su vida fue a colaborar al estupendo rugby tucumano (muchos creen q es oriundo de Tucumán), donde vivió sus últimos años especialmente trabajando en Tucumán Lawn Tennis Club. Allí tuve la suerte de visitarlo junto a mi padre.
Las vidas de los maestros fueron poder formar personas de bien, que trasciendan el tiempo y las épocas.
“La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”, Nelson Mandela.
(*) MP 9764. Especialidad en Deportes. Entrenador desde hace más de 30 años.