Los 24 años de vida del pilar argentino Federico Wegrzyn han tenido cambios importantes; los últimos tres, un vértigo sin igual. Su historia, a continuación.
Federico nació en Esquel, ciudad importante del oeste de la provincia de Chubut, en la Patagonia argentina. Allí vivió y jugó al rugby sus primeros catorce años de su vida.
Luego, la familia se trasladó al este, a Rawson, la capital provincial, donde Federico comenzó a jugar al rugby en el Bigornia RC, uno de los clubes más poderosos de la región, "un club con unas instalaciones que parecen de otro lado del mundo", cuenta Federico.
"Siempre soñé ser jugador profesional de rugby. Siempre me entusiasmó la idea," cuenta quien fue pilar de Ceibos en la Superliga Americana de Rugby. Con 1,91m y 115k era difícil que pasara desapercibido. Incluso, en Nueva Zelanda.
¿Nueva Zelanda? Lo explica Fede. "Quería venir a jugar el Torneo de la URBA, porque al no haber estado en Los Pumitas, la única posibilidad de progresar era jugar en Buenos Aires, o tener suerte con los Tehuelches (el seleccionado de su unión de origen) en el Campeonato Argentino de Mayores", comenta.
Del otro lado del mundo
Habiendo jugado con Bigornia el Torneo del Interior, organizado por la UAR, su chance no aparecía, hasta que un llamado telefónico desde Waikato cambió las cosas. Radicalmente.
"Me llamó un conocido que ya había estado allá; había un club en Nueva Zelanda que estaba buscando primeras líneas. Era para jugar en el campeonato de clubes de la región de Waikato, donde están asentados los Chiefs", rememora. El destino tenía nombre maorí: Otorohanga RC, en la ciudad homónima, unos sesenta kilómetros al sur de Hamilton.
"No tenía ni idea del lugar al que iba, pero me daban casa, auto y comida. Estaba lo bastante tranquilo como para dedicarme todo el día a entrenar. No lo pensé mucho, era una oportunidad única para seguir mejorando como primera línea," asegura Federico que, como varios otros en Argentina, tuvo que dejar la tercera línea – jugaba de octavo – para jugar como segunda línea y recién de grande, pasar a ser pilar. "Empecé en el fondo del scrum después fui segunda, después pasé de 3 y luego de 1; ahí se me hizo más fácil la cosa" dice.
"Menos de hooker, jugué en todos los puestos del pack a nivel competitivo", cuenta con orgullo.
"Estuve poco más de un año. Me trataron como a un hijo más. Iba todos los días al gimnasio del Otorohanga RC – comparado con el de Bigornia, tenía menos estructura - nadie se entrenaba así de fuerte. Toda esa temporada fui titular, jugué todos los partidos y disputamos la final del torneo local en el FMG Stadium de Hamilton, donde juegan los Chiefs.”
“En ese momento, me llamaron para entrenar con el equipo B de Waikato como para tener alguna chance de jugar la Mitre10 Cup...", recuerda.
Regresar a tiempo
Sin embargo, sonó el teléfono de nuevo, pero esta vez, desde su casa en Rawson. Su padre no estaba bien de salud. Avisó, dejó todo y se vino. Llegó con lo justo para poder despedirse. "Fue muy bravo para mí", afirma.
Se quedó un tiempo en Rawson y buscó la chance de obtener una visa para regresar a Nueva Zelanda, pero no hubo caso. “Tampoco había fondos para ir a Buenos Aires, así que me quedé en Rawson, buscando trabajo".
Sonó el teléfono nuevamente, esta vez desde la ciudad de La Plata. "Veníte a trabajar acá, que hay posibilidades," le dijo un amigo que a su vez, lo contactó con gente del Club San Luis, de dicha ciudad que juega en el Top12.
"Todo se precipitó una vez más. Me vine a La Plata, empecé a entrenar y al poco tiempo estaba jugando en Primera," explica.
"No había tenido un buen 2019. Fue muy movido para mí, con lesiones complicadas, sin muchas expectativas a pesar de que participaba de la Academia de la UAR tres veces por semana. Para estar en el CASI La Boya a las 7am me despertaba a las 4.30 para un viaje de casi 100km. Sentía que, a pesar del esfuerzo, dormía poco, entrenaba mucho y no estaba rindiendo en mi trabajo", cuenta el chubutense.
No claudicar
Sus esperanzas se iban truncando de a poco. Una Concentración Nacional de Primeras y Segundas líneas lo tuvo entre los convocados, pero finalmente no fue seleccionado y el sueño pareció desvanecerse. Avisó que ya no iría más a la Academia.
Otro llamado telefónico. Esta vez, Nacho Fernandez Lobbe, entrenador de Argentina XV y Jaguares XV. "Se viene la Superliga Americana de Rugby y vos tenés que estar. No aflojes," le dijo el entrenador. Se dio una última oportunidad.
Finalmente, llegó el contrato tan ansiado con Ceibos. La SLAR sufrió su interrupción en marzo por la pandemia del COVID-19, recientemente fue convocado para entrenar con Los Pumas a las órdenes de Mario Ledesma.
Federico Wegrzyn tiene por delante muchas más esperanzas, sueños de rugby y ganas de seguir creciendo.
Con el teléfono siempre encendido, por las dudas.