Entrevistas 24 , 2020

Virginia Varela: "Ay, el rugby, que hermosa herramienta es, por Dios”

Virginia Varela es venezolana, árbitro de rugby y educadora de World Rugby. Ojalá su historia fuera y hubiese sido tan simple y llana como eso. Y si lo fuera, simplemente sería una más de las tantísimas mujeres que, en toda Sudamérica, trabajan para la difusión, crecimiento y divulgación del rugby.

Sin embargo, la de Virginia tiene un antes, un durante y un después, con el cáncer como protagonista de una historia que tiene, anticipamos, un final feliz.

Por eso, vale la pena que arranque por el final, por el "después". "Después de mucho tiempo, me hicieron notar que mi testimonio podía ser motivacional y esperanzador para otros” cuenta Virginia. “Al principio no lo vi así, realmente. Siempre pensé que era simplemente una historia más", dice.

"El rugby, desde el principio, más que un estilo de vida ha sido mi vida. Me llevó a ser lo que realmente soy" explica quien además es la “primera dama” del rugby venezolano, ya que está casada con Erickson Bermúdez, presidente de la Federación Venezolana de Rugby.

Diagnóstico

"Cuando me dan el diagnóstico, sólo era árbitro y venía de mi primera experiencia internacional en los Juegos Bolivarianos de playa de Iquique, Chile, en 2016, y me sorprende la enfermedad disfrutando la alegría única de salir a representar de a tu país".

Una vez determinado el tratamiento a seguir, Virginia eligió no quedarse de brazos cruzados, lamentándose. Todo lo contrario.

"Para no quedarme sin hacer nada, porque por la quimioterapia no podía hacer nada físico, de esfuerzo, ni estar al sol, mi Educador de World Rugby me dice: "a ver qué te parece esta idea: vamos a hacer algo. Tú conoces el reglamento perfectamente, ¿qué te parece si probamos ver si te gusta ser Facilitadora, dictar cursos y capacitaciones de referato?", recuerda.

"Eso me animó y alegró muchísimo. Volver a serle útil al rugby, poder hacer algo con el deporte que tanto me dio, fue un empujón anímico impresionante.”

“De repente, un mundo se aparecía delante de mí cuando pensaba que iba a ser muy complicado poder volver a hacer cosas con el deporte," asegura la madre de Adrián y Andrea, de 8 y 6 años, respectivamente.

Virginia cuenta que enseguida "me puse a estudiar, a leer, a hacer láminas, cosas que habitualmente no hacía, aprovechando que estaba en casa con el tratamiento. Una vez finalizado, le dije a la Federación Venezolana de Rugby que era a esto a lo que quería dedicarme: a enseñar, capacitar, educar”.

“¿Podía arbitrar? Pues sí, pero quería hacer más que eso. Finalmente, el año pasado – después de haberme preparado duro – obtuve mi certificación como educadora de World Rugby".

Emoción, amor

Se emociona al hablar y emociona al resto al repasar su testimonio. "Tal vez, en otras regiones, en otros lugares o en otros contextos, aprobar el curso de Educador de World Rugby es casi un mero trámite y hasta una formalidad. En mi caso, creo que aún hoy no me alcanzan las palabras para describir lo que sentí y lo que siento por ese logro, porque lo fue". 

Las circunstancias le hicieron descubrir que además del rugby, había otro amor ahí, rondando.

"Amo enseñar; amo ayudar y colaborar en la capacitación de otras personas para con el arbitraje. La vida me dio una nueva oportunidad y la tomé. No es un amor impostado: es sincero.”

Desde ese momento, mi vida dio un vuelco. Enseñar y ayudar a otros es lo que me llena de vida". Su energía positiva al contar su historia, contagia.

"No quise, ni quiero, ser motivo de compasión, sino de inspiración." admite.

"Después de comunicar qué me pasaba, que estaba enferma e iba a tener que cambiar o dejar de hacer cosas por un tiempo, el apoyo de tantísima gente de la comunidad del rugby fue extraordinario. Con mi familia y amigos, fueron apoyos y motores incondicionales que me ayudaron para seguir, a pesar de todo".  

Toma aire y hace una pequeña pausa para seguir hablando. La emoción abunda. Escucharla hace bien y además, amplía el concepto "los rivales, aquellos con los que juegas y te enfrentas en la cancha, son algo circunstancial. Si pudiera o tuviera que describir lo que muchos me han escrito, lo que me han mimado, ayudado, apoyado – incluso hasta económicamente – ellos y no sólo ellos... (se emociona) ... Ay, el rugby, que herramienta hermosa y extraordinaria es, por Dios".  

Cura ovalada

Virginia se despide con más recuerdos que erizan la piel, con más loas al rugby y lo que representa para muchas personas en Sudamérica y el mundo.

"¿Si el rugby fue parte de mi cura? Fue todo. ¡Es todo! Estaba sin cejas, sin pestañas, sin cabello, pero con una sonrisa, y con el rugby. Llevándolo a cada rincón, trabajando para seguir enseñando con cariño". 

Uno de los tres pilares a los que se aferró fue el rugby. "Me ayudaron la fe, mi familia y el rugby. Nunca me permití pensar en nada diferente. Me aferré a ellos con todas mis fuerzas y ahora, varios años después, aún estoy en proceso de asimilar que esta historia la cuento porque, si sirve para ayudar a una sola persona a valorar al rugby como instrumento para estar mejor, en un momento complicado como este que estamos viviendo hoy, pues bueno, ya habrá servido".